-Pensároslo bien –contestaba. –Un perro da mucho trabajo. No sólo hay que pasearlo varias veces todos los días, educarlo, recoger sus heces, darle de comer, llevarlo al veterinario… Además hay que pensar en su bienestar. Un perro es uno más de la familia. Un perro ata mucho. No tiene botón para parar. Un cachorro es adorable, pero crecen y se convierten en animales maduros con sus necesidades.
http://radiovale-975.com.ar/
Un perro puede ser un engorro cuando llegan las vacaciones o si se va de fin de semana a algún sitio porque no siempre se puede encontrar donde admitan animales. Y se ponen enfermos como las personas. Los perros no son sólo animales adorables. Este por ejemplo, no es sólo un precioso animal, además encontraréis pocos tan dóciles, pero por su raza se le cae el pelo hasta el extremo de que con lo que recojo podría haberme hecho más de un chaqueta. Tengo la casa llena de pelos. ¡Hasta yo estoy llena de sus pelos. A mí me compensa, pero antes de coger un perro hay que tener en cuenta no sólo lo bonitos que son sino en lo que se van a convertir y que hay que cubrir sus necesidades físicas y emocionales.
-Tienes razón –respondía el vecino pensativo.
El resultado es que ninguno de quienes me hicieron ver su intención de comprar un perro lo hizo. No sé si fui demasiado dura con mis juicios, pero estoy convencida de que si de verdad querían tener un perro, mis comentarios no los hubieran hecho desistir sino más bien ilustrado sobre lo que representa sumar un perro a la familia.
Los cachorros son todos adorables, con excepciones como los ratones o palomas, y precisamente la naturaleza los hace así para provocar empatía. ¿Quién no se llevaría a casa un cachorro de león, tigre, burro, gorila, incluso hiena o facochero. ¡Si hasta los dragones de Komodo son una monada de recién nacidos! Pero crecen. Todos los cachorros crecen. Los perros también. Quien acoja un perro en su casa se tiene que poner en lo peor. No en lo que es sino en lo que será. A muchos nos compensa, aunque no a todos. Pero a todos hay que intentar quitarles las ganas de tener un perro. Así, quien supere la prueba sabrá a que atenerse, se lo pensará dos veces antes de ceder a un capricho o impulso pasajero, y dejará de haber tanto perro abandonado.
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Un perro puede ser un engorro cuando llegan las vacaciones o si se va de fin de semana a algún sitio porque no siempre se puede encontrar donde admitan animales. Y se ponen enfermos como las personas. Los perros no son sólo animales adorables. Este por ejemplo, no es sólo un precioso animal, además encontraréis pocos tan dóciles, pero por su raza se le cae el pelo hasta el extremo de que con lo que recojo podría haberme hecho más de un chaqueta. Tengo la casa llena de pelos. ¡Hasta yo estoy llena de sus pelos. A mí me compensa, pero antes de coger un perro hay que tener en cuenta no sólo lo bonitos que son sino en lo que se van a convertir y que hay que cubrir sus necesidades físicas y emocionales.
-Tienes razón –respondía el vecino pensativo.
El resultado es que ninguno de quienes me hicieron ver su intención de comprar un perro lo hizo. No sé si fui demasiado dura con mis juicios, pero estoy convencida de que si de verdad querían tener un perro, mis comentarios no los hubieran hecho desistir sino más bien ilustrado sobre lo que representa sumar un perro a la familia.
Los cachorros son todos adorables, con excepciones como los ratones o palomas, y precisamente la naturaleza los hace así para provocar empatía. ¿Quién no se llevaría a casa un cachorro de león, tigre, burro, gorila, incluso hiena o facochero. ¡Si hasta los dragones de Komodo son una monada de recién nacidos! Pero crecen. Todos los cachorros crecen. Los perros también. Quien acoja un perro en su casa se tiene que poner en lo peor. No en lo que es sino en lo que será. A muchos nos compensa, aunque no a todos. Pero a todos hay que intentar quitarles las ganas de tener un perro. Así, quien supere la prueba sabrá a que atenerse, se lo pensará dos veces antes de ceder a un capricho o impulso pasajero, y dejará de haber tanto perro abandonado.